Pensilvania, Georgia, Carolina del Norte, Michigan, Arizona, Wisconsin y Nevada se perfilan como los territorios decisivos en esta elección, en la que el próximo presidente deberá conseguir al menos 270 votos de los 538 electores para llegar a la Casa Blanca.
El papel crucial de Pensilvania
Entre los estados en disputa, Pensilvania se destaca como el más estratégico, con 19 votos electorales en juego. En 2016, Trump se alzó con la victoria allí frente a Hillary Clinton, mientras que en 2020, Biden logró una ajustada ventaja que le permitió asegurar la presidencia.
Este año, tanto Harris como Trump reconocen la importancia de este estado, lo que explica por qué la actual vicepresidenta pasó toda la jornada del martes en Filadelfia, intentando captar el voto de las minorías afroamericana y latina.
Filadelfia, la ciudad más importante de Pensilvania, concentra un alto porcentaje de votantes afroamericanos y latinos, grupos que resultaron cruciales para Biden en 2020. En aquella elección, Biden logró el apoyo del 81% de estas minorías, pero Harris enfrenta dificultades para replicar estos números.
Las encuestas sugieren que su respaldo en estos sectores podría ser menor, lo cual ha impulsado a su equipo de campaña a intensificar el contacto con líderes comunitarios y realizar múltiples eventos para reforzar el mensaje demócrata.
Los esfuerzos de Trump en los estados bisagra
Por su parte, Donald Trump, quien sigue siendo el rostro más visible del Partido Republicano, se ha enfocado en una retórica directa y sin precedentes en la historia reciente de Estados Unidos.
Enfocado en Pensilvania, Michigan y Wisconsin —estados que resultaron fundamentales en su victoria de 2016—, Trump busca movilizar a su base conservadora y atraer a votantes indecisos, sobre todo en zonas rurales y suburbanas.
Su discurso, marcado por un tono combativo, apela al sentimiento de cambio y a la recuperación económica, lo que le ha permitido mantener un sólido respaldo entre sus seguidores.
Una elección bajo la sombra de la polarización
La actual contienda se desarrolla en un contexto de profunda polarización y con un electorado dividido en múltiples temas: desde la economía y el empleo hasta la gestión de la pandemia y las políticas migratorias.
Harris ha centrado su campaña en el fortalecimiento de los programas sociales, la justicia social y la protección de los derechos civiles, mientras que Trump se presenta como el candidato que “puede restaurar el orden y la prosperidad”, prometiendo un endurecimiento en temas de seguridad y política exterior.
Para ambos candidatos, el voto de las minorías y el de los jóvenes resultan determinantes en esta elección. Aunque Harris ha buscado conectar con las demandas de estos grupos, las encuestas reflejan que enfrenta una competencia más reñida que Biden en 2020.
Entre tanto, Trump ha intentado moderar parte de su discurso para acercarse a los votantes latinos, quienes representan una creciente fuerza electoral en estados como Arizona y Nevada.
Próximos pasos y segunda vuelta
En caso de que ninguno de los candidatos alcance el 50% de los votos, como exige la Constitución de los Estados Unidos, el proceso avanzará a una segunda vuelta electoral, programada para el próximo 24 de noviembre.
De momento, ambos aspirantes intensifican sus campañas en los distritos más competitivos, conscientes de que el margen de error es mínimo en una elección tan ajustada.
Con la tensión en aumento y las encuestas reflejando un virtual empate, el país espera una de las elecciones más reñidas de los últimos años, en la que el resultado final dependerá en gran medida de la participación en los estados clave y del voto de las minorías que marcarán el rumbo del país.
