Sin embargo, el panorama global plantea nuevos retos, acentuados por la posible vuelta de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos.
La economía uruguaya ha enfrentado diversos desafíos desde 2020. La pandemia golpeó duramente, sobre todo a los sectores más vulnerables, mientras que la inflación global retrasó la recuperación salarial. A esto se sumó una sequía histórica que afectó la producción agrícola y la generación de energía, seguida por la crisis cambiaria en Argentina, que incentivó el consumo masivo de uruguayos en el país vecino, impactando negativamente en el comercio local.
Este año, las cifras comienzan a reflejar una recuperación. Según el Banco Central del Uruguay (BCU), se espera un crecimiento del PIB cercano al 3,5% tanto en 2024 como en 2025. Factores como el fin de la sequía, la reactivación de la planta de UPM, y la recuperación de la refinería de ANCAP han contribuido al repunte. Además, se anticipa que el consumo interno sea un motor clave para el próximo año.
Incertidumbres en el escenario global
A nivel internacional, la situación es compleja. China enfrenta un crecimiento débil, Europa lidia con tensiones políticas y económicas, mientras que Estados Unidos, aunque en mejor posición, genera incertidumbre ante un posible retorno de Trump.
La política proteccionista que caracterizó la anterior administración de Trump podría profundizarse, lo que dificultaría las relaciones comerciales globales. Para Uruguay, un país dependiente de la apertura comercial, esto representa un desafío.
Impacto regional y posibles oportunidades
El regreso de Trump podría tener implicancias directas en la región. En Argentina, el presidente Milei ve en Trump un aliado clave para aliviar la carga financiera, especialmente con el FMI. Por otro lado, las tensiones con Brasil, bajo el liderazgo de Lula, podrían intensificarse, mientras que un fortalecimiento del dólar complicaría aún más el panorama económico en la región.
Uruguay, como economía pequeña, podría enfrentar dificultades si se consolidan políticas proteccionistas. No obstante, ciertas dinámicas podrían abrir oportunidades. Una mayor flexibilidad en el Mercosur, impulsada por cambios en Argentina y posibles reformas, podría permitir al país avanzar en acuerdos bilaterales y diversificar su comercio.
La política interna también será crucial. Mientras que el Frente Amplio podría alinearse más con la visión internacional de Brasil, la coalición oficialista mantiene una postura crítica hacia el Mercosur. Ambos sectores deberán lidiar con un entorno externo complejo y aprovechar cualquier ventana de oportunidad para fortalecer la economía uruguaya.