El Gobierno argentino se enfrenta al desafío de cerrar el año con un nivel de actividad económica que no solo limite la caída del Producto Bruto Interno (PBI) en 2024, sino que también genere un efecto de «arrastre estadístico» que garantice un punto de partida sólido para el año electoral de 2025. Esta estrategia no es nueva, pero las proyecciones actualizadas del mercado y los desafíos estructurales plantean interrogantes sobre su efectividad.
El último Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) realizado por el Banco Central refleja un ajuste significativo en las proyecciones de caída y recuperación del PBI. Hace un mes, los analistas esperaban un retroceso del 3,6% en 2024, seguido de un avance del mismo 3,6% en 2025. Sin embargo, las cifras revisadas proyectan una contracción más moderada del 3% en 2024 y una recuperación del 4,2% en 2025.
A pesar de esta revisión al alza, el pronóstico del mercado sigue siendo menos optimista que el del Gobierno, que asegura un crecimiento mínimo del 5% para 2025. La brecha entre estas proyecciones refleja no solo diferencias metodológicas, sino también incertidumbres sobre los factores estructurales y coyunturales que influirán en la economía durante el período de transición.
El rol del «arrastre estadístico»
El concepto de «arrastre» resulta clave en este análisis. Este indicador mide la inercia que la actividad económica del último trimestre del año puede proporcionar al crecimiento del siguiente. Según algunas consultoras, este efecto podría garantizar un piso del 2% de crecimiento en 2025. Sin embargo, desde el ámbito oficial se proyecta un impacto aún mayor, con la esperanza de que el rebote económico sea más robusto.
Para maximizar el efecto del «arrastre», el Gobierno ha enfocado sus políticas en estimular sectores estratégicos durante el último trimestre. Estos incluyen incentivos al consumo, apoyo a la construcción y medidas para mejorar la competitividad exportadora. Sin embargo, estas medidas enfrentan limitaciones, como la presión inflacionaria y las restricciones fiscales, que podrían dificultar la sostenibilidad del impulso económico.
Factores de riesgo y sostenibilidad
Aunque las proyecciones revisadas del mercado muestran una recuperación más acelerada en 2025, la sostenibilidad de este crecimiento dependerá de varios factores:
- Estabilidad macroeconómica: Un ajuste fiscal más riguroso, combinado con políticas monetarias restrictivas, podría limitar el impacto del «arrastre». Por otro lado, el manejo del tipo de cambio será crucial para mantener la competitividad sin alimentar una espiral inflacionaria.
- Confianza del mercado: La transición hacia un gobierno libertario, si bien genera expectativas de reformas estructurales, también introduce incertidumbre sobre la implementación de políticas. La consistencia y credibilidad de las medidas económicas serán determinantes para consolidar la recuperación.
- Dinamismo sectorial: Sectores como el agro, la industria y la construcción tendrán un papel crucial en el crecimiento. Su desempeño dependerá tanto de factores internos, como el acceso al crédito, como de variables externas, como la evolución de los precios internacionales.
A pesar de las dificultades y la pesada herencia recibida, el gobierno de Javier Milei ha logrado mostrar avances en la implementación de su plan económico, lo que ha fortalecido la confianza del mercado. Entre los logros destacados se encuentran la reducción de la brecha cambiaria, la recuperación de la actividad económica y la disminución del riesgo país. Estas señales positivas han mejorado las expectativas de los argentinos sobre el futuro del país, generando un clima de mayor optimismo para lo que está por venir.